Desayunamos como todos los días sobre las 07.00 de la mañana, nuestro cafetito, fruta y tostadas, y sobre las 07.30 llegó Lionel con la nevera, las cañas y los chalecos salvavidas.
Quedamos en que pasaría un taxi a por nosotros para llevarnos de nuevo a la Playa del Arenal, desde donde partiríamos de nuevo por las inmediaciones de Isla Iguana.
Comenzamos la navegación sobre las 09.00 horas más o menos, y lloviznaba un poco, pero la mar estaba en completa calma, mejor que dos días antes.
De nuevo los atunes comienzan a dar saltos fuera del agua a nuestro alrededor, e incluso vimos varios grupos de delfines "Nariz de Botella", como nadaban a nuestra proa.
Sentimos una picada, pero no se clavó, mala suerte. Vimos incluso un tiburón martillo de unos 2 metros que asomó a la superficie muy cerca de la lancha.
Los peces seguían sin picar, menos mal que nosotros teníamos a bordo unas cervezas bien frías y unos bocatas y se hacía la espera menos aburrida, jeje.
Dejó de llover sobre las 10.30 y notamos otra picada, pero ésta vez si que se clavó, era un atún de aleta amarilla, de unos tres kilos mas o menos, muy bonito que no tardamos en subir a la lancha.
Cerca nuestro había otra lancha de pescadores que iban pescando atún para cebo de tiburón martillo, incluso ya llevaban alguna pieza del escualo a bordo.
Sobre las 12.30 decidimos volver a la playa, porque ya no notábamos nada en las cañas y eso que cambiamos los señuelos varias veces, pero nada, supongo que todos los días no iba a ser fiesta.
Lionel limpió el atún antes de bajar de la lancha y le sacó los lomos.
Volvimos al pueblo con la camioneta de los pescadores que iban cerca de nuestra lancha toda la mañana, ellos tuvieron mas suerte, pescaron unos cuantos atunes y tres martillos.
Llegamos al pueblo sobre las 13.30 y Lionel nos da un filete de atún para nosotros y otro para Rosa, la señora del hotel que nos cocinó el "Vela" el día anterior.
Esa tarde la pasamos dando un paseo por el pueblo tranquilamente, hasta la hora de la cena, es un pueblo encantador, y nos hemos sentido especialmente bien en él.
Esa noche cenamos en "El Gringo Dusek", Yukitas rellenas de queso y ensaladas de camarones, todo riquísimo, y por supuesto unas Balboas bien frías, por 21.50$, y después de cenar los últimos cubalibres en el hotel, pues al día siguiente nos marcharíamos de vuelta a la ciudad de Panamá. Estuvimos bastante tiempo echados en las hamacas conversando con Rosa hasta la hora de dormir.
Quedamos en que pasaría un taxi a por nosotros para llevarnos de nuevo a la Playa del Arenal, desde donde partiríamos de nuevo por las inmediaciones de Isla Iguana.
Comenzamos la navegación sobre las 09.00 horas más o menos, y lloviznaba un poco, pero la mar estaba en completa calma, mejor que dos días antes.
De nuevo los atunes comienzan a dar saltos fuera del agua a nuestro alrededor, e incluso vimos varios grupos de delfines "Nariz de Botella", como nadaban a nuestra proa.
Sentimos una picada, pero no se clavó, mala suerte. Vimos incluso un tiburón martillo de unos 2 metros que asomó a la superficie muy cerca de la lancha.
Los peces seguían sin picar, menos mal que nosotros teníamos a bordo unas cervezas bien frías y unos bocatas y se hacía la espera menos aburrida, jeje.
Dejó de llover sobre las 10.30 y notamos otra picada, pero ésta vez si que se clavó, era un atún de aleta amarilla, de unos tres kilos mas o menos, muy bonito que no tardamos en subir a la lancha.
Cerca nuestro había otra lancha de pescadores que iban pescando atún para cebo de tiburón martillo, incluso ya llevaban alguna pieza del escualo a bordo.
Sobre las 12.30 decidimos volver a la playa, porque ya no notábamos nada en las cañas y eso que cambiamos los señuelos varias veces, pero nada, supongo que todos los días no iba a ser fiesta.
Lionel limpió el atún antes de bajar de la lancha y le sacó los lomos.
Volvimos al pueblo con la camioneta de los pescadores que iban cerca de nuestra lancha toda la mañana, ellos tuvieron mas suerte, pescaron unos cuantos atunes y tres martillos.
Llegamos al pueblo sobre las 13.30 y Lionel nos da un filete de atún para nosotros y otro para Rosa, la señora del hotel que nos cocinó el "Vela" el día anterior.
Esa tarde la pasamos dando un paseo por el pueblo tranquilamente, hasta la hora de la cena, es un pueblo encantador, y nos hemos sentido especialmente bien en él.
Esa noche cenamos en "El Gringo Dusek", Yukitas rellenas de queso y ensaladas de camarones, todo riquísimo, y por supuesto unas Balboas bien frías, por 21.50$, y después de cenar los últimos cubalibres en el hotel, pues al día siguiente nos marcharíamos de vuelta a la ciudad de Panamá. Estuvimos bastante tiempo echados en las hamacas conversando con Rosa hasta la hora de dormir.
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