lunes, 26 de mayo de 2008

13 de junio, Día 15: Kuna Yala-Panamá

Amanece nuestra última mañana en el paraíso, y nos levantamos como a las 04.30 de la madrugada. Aún no esta de día, pero hay que cerrar las maletas, que habíamos quedado con Robinson en la playa a las 05.00.Salimos a la zona del comedor con todas la maletas y Arcadio y Garibaldo nos las meten en sacos de plástico para que no se mojen en el camino al aeropuerto. Robinson todavía no viene y mientras nos tomamos un café y charlamos con Arcadio y Garibaldo de lo bien que hemos estado y de que volveremos algún día, seguro y le regalé a Garibaldo las chanclas de goma que llevaba en la isla.
Eran las 05.30 y Robinson aún no había llegado y estábamos sufriendo por la tardanza, pero a las 05.40 apareció al fondo con la lancha. Cargamos todo rápido y nos despedimos de Garibaldo y de Arcadio con mucho pesar y nos marchamos en dirección al aeropuerto. La mar estaba muy picada y nos pusimos unos ponchos que llevaban al efecto, pero aún así nos calamos hasta los huesos.

Llegamos a las 06.30 al aeropuerto de Porvenir, calados como sopas, y nos dirigimos a la pista junto con Robinson.

Una señora que trabaja para Air Panamá se nos acercó y nos dijo que estuviéramos tranquilos que llegaría sobre las 07.40, que había ido a otras islas y que pasaría a la vuelta.

Sobre las 07.45 aterrizó la avioneta, menos mal porque nos dio tiempo a secarnos casi del todo, y nos despedimos de Robinson hasta la próxima, y despegamos rumbo a Panamá, con un tiempo bastante malo.

Llegamos a la ciudad sobre las 08.35, dirigiéndonos entonces a la terminal donde una persona te pide los billetes de regreso, ya que no se compran en Porvenir, sino que se hace una vez que llegas a Panamá, o sea, te subes al avión sin billete y cuando llegas a Panamá lo pagas, por eso hay que guardar bien los billetes que te dan a la ida, para la vuelta, porque si no te toca pagar de nuevo.

Llamamos a la agencia de viajes FASCINATE ADVENTURES, con la que queríamos contratar la excursión al poblado EMBERÁ por si aún había posibilidad de ir a la misma, y nos dijeron que sí, así que nos recogieron en el mismo aeropuerto y nos fuimos directamente al RIO CHAGRES en un monovolumen de la agencia, y que por cierto, íbamos nosotros solos, un lujo.
De camino paramos y el guía, Gabino, un tipo muy simpático, compró agua y fruta, piña y papaya, y pagó la entrada al PARQUE NACIONAL CHAGRES, dirigiéndonos al embarcadero donde nos recogerían unos indios para llevarnos en su canoa hasta la cascada y al poblado.

El Río Chagres tenía muy poca agua, no obstante estaba empezando la temporada de lluvia, pero el entorno era espectacular.

Hacía mucho calor y el sol picaba de lo lindo. Nos subimos nosotros dos, el guía y dos indios Emberá, y nos llevaron río arriba hasta la desembocadura de un afluente y nos bajamos e hicimos un recorrido a pie por la selva hasta una cascada preciosa.

Allí, por supuesto, nos pegamos un refrescante baño, que con el calor que hace se agradece, pero mucho. Para hacer el recorrido hay que llevar preparadas unas chanclas de goma, preferiblemente atadas al tobillo, porque hay zonas con mucho barro y pantalón corto, porque también hay que atravesar cursos de agua.

Una vez que nos refrescamos volvimos sobre nuestros pasos y nos subimos otra vez a la canoa, para regresar río abajo hasta la entrada al poblado de TUSIPONO, y vimos un cocodrilo pequeño que se zambulló ante nuestra presencia, no obstante CHAGRES en idioma Emberá significa LAGARTO, como allí llaman a los cocodrilos.

A la entrada al poblado nos hacen un gran recibimiento con música y entramos directamente al poblado que es un pasada y esta situado en un sitio privilegiado.

Las casas de los Emberas no están hechas a ras de suelo, sino que las hacen como a unos dos o tres metros del mismo, por el tema de los animales salvajes, como jaguares, panteras, etc, que aunque aquí no hay, de donde originariamente son ellos, del DARIEN, si que son habituales y han tenido muchos problemas, sobre todo con los niños.

Los Emberá son gente muy simpática y no te pondrán ninguna pega si quieres tomarles alguna foto, incluso te lo facilitan.

Nos llevan a una cabaña grande que es como el sitio donde se reúnen, para darnos unas explicaciones de como hacen las artesanías y de varios aspectos de la cultura Emberá, al tiempo que las mujeres nos lavan y cortan la fruta que cada uno ha llevado y nos la sirven en bandejas de madera, para que comamos mientras atendemos a sus explicaciones, e incluso te hacen un tatuaje tribal con tintes vegetales por 1$ que se te va a las dos semanas.

También cocinan la comida que nos darán, TILAPIA CON PATACONES (pescado frito del río con patacones), envuelto en una hoja de banano, y que por cierto esta riquísimo, pero lo que más nos ha alucinado es el suelo de la cabaña, que es de la corteza del tronco de un tipo de palmera, la "PALMA GIRA", le sacan la corteza y la extienden en el suelo sin más, y es de lo más cómodo para andar descalzo, y sobre todo resistente, no hay que olvidar que estamos a unos dos o tres metros del suelo y debajo no hay nada, tan solo los pilares de la estructura y algunos travesaños.

Después de la comida, nos llevan a la zona donde tienen la artesanía y nos hacen una demostración de sus bailes típicos, y sacan a bailar a algunos, y para terminar nos muestran su artesanía por si alguien quiere comprar alguna cosa. De lo que vimos, sí que merece la pena comprar son los collares de semilla de TAUA, a la que llaman MARFIL VEGETAL, y de la que hacen muchas figuras.

Sobre las 15.00 horas salimos del poblado y nos llevan de regreso al embarcadero desde el que partimos, y nos despide dándonos la mano el jefe del poblado, ANTONIO TÓCAMO, regresando de nuevo a Panamá y a nuestro hotel, que por suerte esta muy cerca de la agencia y nos dejan en la misma puerta con la maleta, nos pegamos una gran ducha y nos echamos un poquito la siesta hasta las 18.00 horas.
Nos bajamos nuevos, porque ya íbamos bastante cansados y nos recogen en la puerta del hotel Anita y Uriel y nos fuimos al Albrook Mall a hacer unas comprillas de nada, unas camisetas, una cazadora vaquera y poco más.

Cenamos en el Restaurante italiano POMODORO, muy cerquita del hotel, se come estupendo, y aunque es un poco más caro, es de buena calidad, cena para cuatro personas con bebida 46$, y después a la cama, que mañana es el último día del viaje y nos llevarán a ver las ruinas de Panamá Viejo.


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